Avui en dia, la major part del territori de Marratxí té una funció residencial, però no fa més de cinquanta anys d’això. Amb anterioritat, el sòl Hoy en día, la mayor parte del territorio de Marratxí tiene una función residencial, pero no hace más de cincuenta años de esto. Con anterioridad, el suelo se había destinado, principalmente, a actividades agrarias. A principios del siglo XIX, en Marratxí había 552 propiedades inmuebles grabadas, de las cuales solo 52 eran casas o edificios. Esta estructura contribuye a explicar, a pesar de no ser la única razón, la morfología urbana del municipio, puesto que la población no se concentraba en un núcleo principal, sino que se encontraba dispersa por las diversas fincas. De hecho, los núcleos históricos de Marratxí (Sa Cabaneta, Es Pla de na Tesa, Pòrtol y Es Pont d’Inca) nacieron bien alrededor de caminos, bien a partir de las dependencias de una posesión, mientras que las urbanizaciones fueron el resultado de la moderna recalificación urbanística de viejos labrantíos.
¿Y qué es exactamente una posesión? Se trata de una explotación agraria de grandes dimensiones que incluye los labrantíos, las casas (residencia del señor de la posesión) y dependencias auxiliares (bodega, tafona, molino, corrales, palizas, casas de roters, etc.). Los señores solían ser nobles y no vivían habitualmente en la posesión. Al frente de la finca se encontraba el amo, que no era un propietario sino una persona de confianza del señor que se encargaba de la organización. Generalmente, el nombre de la posesión se formaba con el linaje del propietario precedido por la partícula su, que es una contracción de la fórmula “esto es de” la cual indica propiedad.
El Apeo de 1818, un documento fiscal que relaciona todas las propiedades del término y sus características, constituye una fuente fundamental para reconstruir históricamente el Marratxí de las posesiones. Según este documento, había 23 posesiones, que representaban más del 70% de los labrantíos. El resto eran explotaciones familiares o fincas de pequeños propietarios. Esto suponía una alta concentración de tierras en manos de unos pocos y campesinos sin tierras que trabajaban en estas fincas, un contexto idóneo para el desarrollo del caciquismo.
Hay que destacar que tampoco había un reparto equitativo de la tierra entre todas las posesiones, puesto que su extensión oscilaba entre 30 y 900 cuarteladas, unidad de superficie mallorquina equivaliendo a 7.103 m². El 1818, tres propietarios, todos nobles, poseían la mitad de las tierras de Marratxí: Tomàs de Verí, propietario de Son Salas Nou o Es Caülls (900 q) y Son Verí (554 q); Antoni de Salas, propietario de Son Salas Vell (800 q); y el marqués de Vivot, propietario de Son Sureda (554 q) y El Pinar (98 q). El resto de posesiones marratxineras eran, de mayor a menor, Sa Cabana, Son Frau, Son Caulelles, Son Atmeler, Son Macià, Son Cos, Son Alegre, una sin nombre propiedad de Antoni Canyelles, Son Nebot, Son Bonet, Cas Capeller, Son Cunill, El Pinaret, Can Fàbregues, Son Llebre, Son Maiol, Cals Enagistes y Cas Capità.
En cuanto a los tipos de cultivos, predominaban los de secano, especialmente el olivo y los cereales, que suponían dos terceras partes de las tierras cultivadas. En una proporción muy inferior también había viña y algarrobos, así como áreas de almendros e higuerales. Resulta significativo que en las grandes posesiones predominaba, sobre todo, el olivar, mientras que en las fincas más pequeñas y explotaciones familiares los cereales eran la tipología mayoritaria. Este hecho era el reflejo de los diferentes modelos productivos, puesto que mientras la posesión producía principalmente para la venta, en las fincas de menor extensión el destino de aquello que se cultivaba solía ser el autoconsumo. En este sentido, conviene recordar que los cereales y las verduras eran los ingredientes básicos de la dieta de aquella época.
Durante el siglo XIX, iniciativas liberales como las desamortizaciones o las leyes de desvinculación de la tierra dieron lugar al aumento del número de propietarios, a pesar de que esto no supuso un mayor reparto de las tierras. Muchas veces las parcelaciones fueron consecuencia de repartos entre herederos y, en cuanto a la compra, solo burgueses y grandes comerciantes tenían capacidad económica suficiente para acceder a la propiedad de la tierra.
Por Martín Rotger. Historiador.