La historia de la aviación en Mallorca pasa por Marratxí, y es que desde sus inicios algunos de los capítulos más relevantes tuvieron a nuestro municipio como escenario. En este sentido, hay que remontarse al decenio de 1910, cuando empezaron las demostraciones y los vuelos de exhibición, principalmente a cargo de aviadores como Salvador Hedilla -quien realizó el primer vuelo Barcelona-Palma-Francisco Coterillo, Josep Canudas, Guido Janello o Umberto Guarneri. En aquel tiempo, cualquier explanada suficientemente grande para permitir el aterrizaje y el despegue de un aeroplano servía como aeródromo. Así, estos primeros aviones utilizaron suelos de posesiones para sus maniobras, pero también otros espacios como el campo de fútbol del Alfonso XIII, actual Real Mallorca.
De entre aquellos primeros pilotos hay que destacar a Manuel Colomer, aviador catalán que en 1921 comenzó a volar con pasajeros en un avión con dos plazas. Desde el aire, Colomer observó un terreno óptimo para la aviación cercano a Palma y bien comunicado, ya que el tranvía pasaba cerca. Se trataba de tierras de la finca marratxinera de Son Bonet, donde Colomer aterrizó por primera vez el 25 de febrero de ese mismo año. Esta fecha supuso el inicio de Son Bonet como aeródromo, ya que poco después él y otros pilotos empezaron a utilizarlo para hacer exhibiciones aeronáuticas y vuelos de recreación. De forma progresiva, el aeródromo fue creciendo con la construcción de hangares y otras instalaciones. En 1934, se constituyó el Aeroclub de Baleares y un año después se inauguró en Son Bonet una escuela de aviación.
El estallido de la Guerra Civil frenó el desarrollo de la aviación recreativa y comercial, pero no así la actividad aeronáutica de Son Bonet. Como se vio cuando hablamos de los refugios (Marratxí, Marzo 2020), el aeródromo marratxiner fue una de las bases de la aviación fascista italiana, que bombardeó las ciudades de la costa mediterránea, principalmente Barcelona y Valencia, fieles a la legalidad republicana. Durante esta etapa, se construyeron talleres de reparación y una nueva pista, que cortó el camino de la Muntanya que unía en línea recta el Pla de na Tesa con la carretera de Inca, a la altura de donde hoy se encuentra el Pont d’Inca Nou.
En 1945, Iberia volvió a volar a Mallorca desde Barcelona, Madrid y Valencia. Aquel año, pasaron por Son Bonet 12.115 pasajeros. Al año siguiente llegó el primer vuelo chárter desde Londres y el mes de septiembre se inauguró el edificio terminal que contaba con todos los servicios a los que se añadirían, desde 1950, una aduana para vuelos internacionales y una torre de control. En estos momentos ya no estamos ante un campo de aviación, sino de un aeropuerto tal como lo entendemos hoy, con una tendencia que sólo sería ascendente.
En 1948, comenzó a operar en Son Bonet la compañía Aviaco, que conectó Mallorca con Madrid, Barcelona, Bilbao y Galicia, mientras que desde finales de los años cuarenta aumentó la presencia de aerolíneas extranjeras como Air Algerie, Air France, Luxembourg Airlines, BEA, KLM, Sabena o Aquila Airways. Como todavía ocurre, el aumento del tráfico aeroportuario no significaba una mejora de la conectividad aérea insular, sino la llegada de más turistas.
Además, durante los años cincuenta el creciente volumen de aviones y pasajeros en Son Bonet hizo necesario ampliar el edificio terminal y habilitar nuevos espacios para los servicios de handling (facturación y recogida de equipajes, abastecimiento de combustible, limpieza de aviones, etc.). Así, si en 1950 ya pasaron por Son Bonet 74.733 pasajeros, se superaron los 100.000 viajeros en 1951, los 200.000 en 1954 y el 500.000 en 1958. En 1959, se produjeron 17.567 operaciones entre llegadas y salidas de más de cincuenta compañías diferentes que transportaron 557.148 personas.
A pesar de las ampliaciones constantes, las instalaciones resultaban insuficientes para asumir el creciente volumen de viajeros. Ante la imposibilidad de ampliar el aeropuerto por la proximidad del Pont d’Inca y el Pla de na Tesa, las autoridades decidieron trasladar la aviación comercial a Son Sant Joan, una decisión que se hizo efectiva la noche del 18 de julio de 1960. Con el traslado, Son Bonet recuperó la calma propia de sus inicios, como espacio para la aviación recreativa y deportiva además de escuela de pilotos, pero no por ello perdió la categoría de aeropuerto. Cada cierto tiempo, como un eco de su pasado, aparece alguna noticia sobre la posibilidad de recuperar Son Bonet como terminal interinsular, así que la presencia de Marratxí en la historia de la aviación mallorquina podría tener aún capítulos para escribir.