Los humanos siempre han necesitado de la protección en los caminos. En honor a Hermes –o Mercurio–, dios guardián de estos, ya fueron levantados cúmulos de piedras, origen de la posterior herma, pilar de piedra que los griegos ubicaban en los cruces y que marcaban las fronteras y los límites de las propiedades. Los romanos también colocaron piedras representando al dios Terminus, protector de los límites. A pesar de que el origen es incierto, se cree que con el proceso de cristianización, todas estas representaciones paganas fueron sustituidas por cruces. En la Europa Occidental, durante la baja edad media, entre los siglos XI y XV, era común ver un buen número de cruces en las entradas y salidas de las poblaciones o en los caminos. Inicialmente estas no eran más que simples cruces de hierro o de madera. Se podrían considerar los primeros monumentos escultóricos cristianos.
En la península Ibérica, las primeras cruces llegan al norte, concretamente a Galicia, donde se conocen como cruceiros, en el contexto de la evangelización realizada por frailes bretones e irlandeses introducidos a través del Camino de San Jaime. Es a partir de aquí que se extienden hacia la antigua corona catalanoaragonesa en los primeros cruceros asociados con el camino francés de peregrinación en Santiago de Compostela, durante su punto álgido en los siglos XII y XIII. En Mallorca, nos llegarán desde Cataluña después de la conquista de 1229.
Las cruces de término, a pesar de su nombre, no siempre indicaban donde finalizaba una villa o ciudad, puesto que tenían varias funciones. Además de la función indicativa, también eran empleadas como puntos de bienvenida y despedida que, con imágenes como la de Cristo y la Virgen María, intentaban instruir y fomentar la piedad de los viajeros, marcando la identidad cristiana del territorio. Además, representaban el poder de los señores de la tierra, de los pueblos o de las ciudades. Es por eso que con las imágenes religiosas aparece el escudo del señor o del municipio. También existen las cruces conmemorativas, para demostrar algún favor recibido; las cruces de cementerio, ubicadas en los cementerios, para simbolizar la muerte cristiana; las cruces penitenciales, en recuerdo del cumplimiento de una penitencia, o las cruces de calvario, ubicadas cerca de iglesias o capillas y que representan la muerte de Cristo.
En el caso de Mallorca tenían como finalidad señalar los puntos divisorios de los términos municipales, indicar el centro y las avenidas principales de las poblaciones, conmemorar fechas o servir como elementos protectores. Según Néstor Carda, autor del libro Las cruces de término de Mallorca, actualmente existen en la isla entre 170 y 180 cruces de término.
La cruz de Sant Marçal es la única cruz de término del municipio. Es de estilo historicista, de los años 30 del siglo XX, y sustituye una cruz más antigua, la cual se ubicaba ante la vicaría, al lado del antiguo camino que pasaba ante el portal de la iglesia. De cruz latina, representa en su cara norte la imagen de Sant Marçal, en la cara sur el escudo de Marratxí, en la cara de Poniente el escudo del Obispo Miralles y en la cara orientada al Levante, el escudo de la familia Crespí Bestard, quién subvencionó parte de la cruz. La cree que la corona es latina, donde se representa un Cristo crucificado y los símbolos de los Evangelistas en los brazos.
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