Carob nació en 1976 gracias a los tres sedes fundadores: José Juan Jaume, propietario de una fábrica de harina en Son Sardina; Javier Muntaner, propietario de un troceador de algarrobas; y Gregorio Bibiloni, que era el gerente de la empresa. Los tres decidieron hacer una harina del garrofín después de hacer pruebas durante muchos de años. Primero sirvió como alimento para animales y más adelante para el consumo humano. Entonces ampliaron la fábrica de Marratxí, donde solo tenían un almacén, puesto que el producto final se hacía en Son Sardina. Con el perfeccionamiento de la molturación construyeron la nueva fábrica en Marratxí en 1996.
Actualmente Carob pertenece a las mismas tres familias que la fundaron, a pesar de que ni los socios ni sus hijos participan de la gestión, salvo uno de los hijos que ha sido director de la fábrica y actualmente apoya a la empresa. Carob compra cada año 4.500 toneladas de garrofín, el equivalente a 30 mil toneladas de algarrobas, de las cuales se extrae un rendimiento del 14%, puesto que solo aprovechan el garrofín. Para ser más competitivos, Carob dispone de un campo experimental de 5.000 algarrobos en Manacor para hacer pruebas con las distintas variedades y conocer de qué algarrobas puede extraer más rendimiento.
La empresa tiene 32 empleados en Marratxí y otros tres en Manacor, además de un almacén en Baltimore para servir a sus clientes de los Estados Unidos. Carob exporta el 80% de su producción de goma de garrofín, fundamentalmente en Estados Unidos, Australia, Japón y Dinamarca, y el resto se queda en España y en la Unión Europea.
En la anterior crisis subieron mucho los precios y muchos clientes buscaron una vía alternativa en la goma de garrofín, que es un espesante que se puede sustituir por goma de guar, goma xantana, goma de tara, etc. Actualmente, hay un incremento desproporcionado de los precios del garrofín que ni en Carob se explican. En 2015 se pagaba 3 euros por kilo de garrofín; en 2017, casi 5 euros; en 2020, 7 euros el kilo; en septiembre de este año subió hasta los 13 euros el kilo y en noviembre se disparó hasta los 20 euros, y a 26 euros el kilo en diciembre. “En solo un año el precio se ha multiplicado por tres, lo cual provoca un importante problema de tesorería porque pasan unos siete meses entre que se compra el garrofín y después vendemos la goma de garrofín”, explica Marga Sureda, gerente de Carob, que teme que, como en crisis anteriores, algunos clientes opten por una vía alternativa a la goma de garrofín. Sureda confiesa que ahora es imposible encontrar algarrobas más baratas y que todo el mundo espera que suba más, por lo que hay muchas toneladas sin vender.
El 50% del garrofín coprado por Carob en 2020 fue de Mallorca, un tipo de algarroba al que le sacan más rendimiento que a otras algarrobas de fuera. El resto lo compran en Valencia, Tarragona, Málaga, Marruecos y Argelia. Entre el 80 y el 90% del agua que usan para neutralizar el garrofín la reutilizan. Y además mucho campesinos que les venden las algarrobas después vuelven a comprar la algarroba troceada para alimentar a sus animales.
Proceso
El proceso industrial empieza con la compra de la algarroba o directamente el garrofín, que es la semilla de la algarroba. Desde que se compra hasta que se vende la goma de garrofín transcurren entre seis y siete meses. Durante este tiempo se analiza el garrofín y se realizan los controles de calidad, se pela y después, en función de si es más claro o más oscuro, se separa por colores y por calidades. Posteriormente, se parte el garrofín y de dentro se saca el germen que se utiliza para hacer pienso, a continuación se pasa por un molino gigante que lo tritura y de allí sale la harina que es la goma de garrofín.
De septiembre a diciembre se compra la algarroba de todo el año, lo cual provoca problemas de compras, de tesorería y de espacio. “Con estos precios no es posible tener stocks y por eso se tiene que cuadrar muy bien el aprovisionamiento”, cuenta la gerente de Carob.
La clave para mantenerse durante tantos de años es, según Marga Sureda, “ser muy fiel a los proveedores, cuidar a los que te venden la algarroba y el garrofín y, sobre todo, ser muy rápido con el cliente”. Carob tiene dos competidores en España, uno en Valencia y otro a Tarragona, y tres más en Portugal, Sicilia y Turquía.
Venta al por menor
Carob ha iniciado un trabajo de comunicación tanto en redes sociales como en tiendas, colegios y cooperativas para dar a conocer la goma de garrofín y sus calidades. Ya se vende a comercios como Agromart y también por internet a través de la web de Carob. Se trata de una iniciativa para difundir las cualidades del producto, no para incrementar la facturación porque el consumo doméstico es reducido, puesto que se usa en pequeñas cantidades.
Cocineros como Miquel Calent lo emplean habitualmente en sus platos gracias a las virtudes de un producto que hace no tanto de tiempo no tenía valor más que para alimentar a los animales y que ahora se usa en la industria cosmética y farmacéutica y, por supuesto, como aditivo en la industria alimentaria. Sin saberlo los consumidores lo tomamos en confituras, helados, quesos de untar, patés, cremas, gelatinas y muchos otros productos. Una presencia que podemos identificar por su nombre E-410 en los envoltorios y en las cajas de los alimentos
.