Centinelas del cielo: Son Bonet a la vanguardia contra los incendios forestales

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En el corazón de Marratxí, la Base Aérea de Son Bonet es un bastión crucial en la defensa del archipiélago contra uno de sus más temibles enemigos: los incendios forestales. Esta instalación, ubicada estratégicamente entre las localidades d’Es Pont d’Inca y Es Pla de Na Tesa, encarna la filosofía de prevención y respuesta rápida que define la lucha moderna contra el fuego en los ecosistemas mediterráneos.

A las 11:00 de la mañana en la Base Aérea de Son Bonet, el briefing diario de los efectivos contra incendios está a punto de comenzar. Pilotos de helicópteros y aviones, brigadistas forestales, técnicos y coordinadores se reúnen para el inicio de una coreografía bien ensayada, llena de compromiso y determinación.

El sonido de las pesadas botas resuena en el suelo mientras los miembros del equipo, hombres y mujeres, se reúnen en círculo. Es el momento de repasar las condiciones climáticas y organizar la guardia del día.

Yacob Galán, técnico de extinción de incendios en Infobal, conocido por su experiencia y dedicación en la lucha contra el fuego, se adelanta y rompe el hielo: “Buenos días a todos. Hoy tenemos condiciones 30-30-30: los vientos del noreste soplan a 20 km/h con ráfagas de hasta 30 km/h. La humedad relativa es baja, rondando el 30%, y las temperaturas llegarán a los 32 grados en las horas punta. Esto aumenta significativamente el riesgo”.

Los pilotos, entre ellos Manuel J. Romero y Daniel Simón, asienten con atención. Las condiciones secas y los vientos cruzados son una preocupación importante. Saben que cada detalle meteorológico puede marcar la diferencia entre una acción segura y una operación arriesgada.

Galán continúa, señalando las áreas de vigilancia prioritaria. Los brigadistas y técnicos toman nota. Saben que cada segundo cuenta cuando se trata de contener un incendio en sus primeras fases.

Una vez terminado el briefing, el grupo se dispersa, el sonido de las botas y el murmullo de las conversaciones técnicas llenan de nuevo el ambiente. Afuera, el sol brilla implacable, pero el equipo altamente preparado y coordinado está listo para enfrentarse a cualquier chispa que amenace con convertir el paraíso en cenizas.

En los últimos años han aumentado los riesgos en esta batalla perenne contra las llamas. Joan Simonet, consejero de Agricultura, Pesca y Medio Natural, advierte: «El riesgo de incendio forestal en nuestro archipiélago es muy alto, en parte debido a la inflamabilidad de la vegetación propia de las islas, que se ve agravada por las condiciones extremas del cambio climático”.

Respuesta rápida y contundente

Yacob Galán ha coordinado varios operativos, incluyendo el mayor incendio registrado en la historia de las Islas Baleares. Fue en 2013, en Andratx, Estellencs y Banyalbufar, y carbonizó el 2% de la Serra de Tramuntana (más de 2.000 hectáreas). Sobre este evento, Galán comenta: «Para mí, esta ha sido una de las experiencias más importantes de mi vida profesional. Estuve las primeras 26 horas como responsable del incendio. Es un evento que marca, tanto en el ámbito profesional como personal”.

Las prioridades están claras: “En cuanto están amenazadas personas o bienes, protegerlos es prioritario. Aunque esto puede hacer que el incendio se descontrole. Esto es lo que nos pasó en Andratx”.

La capacidad de respuesta y movilización rápida es fundamental para la eficacia de las operaciones de extinción. Galán explica el enfoque proactivo y agresivo de la lucha contra el fuego, donde la respuesta rápida es imprescindible: «Nosotros matamos moscas a cañonazos. Vamos a tope. Si se nos escapa un fuego, ya no somos tan buenos. La clave está en actuar rápidamente y con contundencia”.

Los protocolos de respuesta privilegian la acción inmediata sobre la deliberación prolongada. «Si hay un humo dudoso en zona forestal, se hace despacho sí o sí,” afirma Galán y aclara: “Un despacho automático significa que sale mínimo un helicóptero, un camión de incendios con una brigada, se avisa al técnico y sale un agente de medio ambiente. Todo esto sin saber ni siquiera si es un incendio. Más vale prevenir que lamentar una desgracia”.

En situaciones donde el incendio tiene potencial para escalar, se implementa un despacho ampliado, movilizando más recursos. El coordinador comenta un ejemplo: «En la central de incendios hay un técnico que tiene la potestad de romper los protocolos. Si por su experiencia dice ‘Mira, esta zona no me gusta y el humo tiene mala pinta’, aparte del despacho automático, hacemos un despacho ampliado y enviamos más medios”. El coordinador destaca: «Por ejemplo, en el incendio de Costa dels Pins, en primavera, en una hora tenía 80 personas en el terreno y eso que estábamos fuera de la campaña de verano”.

Arsenal aéreo y humano

El dispositivo de Son Bonet alberga el grueso de los medios aéreos del dispositivo contra incendios. La flota incluye dos helicópteros ligeros ECUREUIL AS-350, cruciales para el transporte rápido de brigadistas y las operaciones de descarga de agua en terrenos inaccesibles.

Los dos aviones Air Tractor 802, equipados para cargar tanto en tierra como en el mar, refuerzan la flota aérea especializándose en la descarga de agua y retardantes químicos. Pueden recargar su tanque de 3100 litros en solo 30 segundos en amarar, permitiéndoles volver rápidamente a la primera línea del incendio y aumentando significativamente la frecuencia de descargas. Esta capacidad es particularmente útil para realizar ataques indirectos que ralentizan la propagación del fuego.

Manuel J. Romero, piloto del avión anfibio, con una dilatada experiencia en la primera línea de defensa contra los incendios, explica las dificultades de su tarea: «Trabajar en la montaña es complicado. Siempre tienes que tener una entrada y una salida segura. Las condiciones meteorológicas pueden cambiar en un instante, y eso nos obliga a estar siempre alerta y preparados para ajustar nuestras estrategias sobre la marcha”. Además, añade: “La geografía montañosa añade un nivel extra de dificultad, ya que los valles y las crestas pueden crear efectos de viento imprevisibles que complican nuestras maniobras de vuelo y descarga de agua. Nuestros mayores enemigos son el viento y las altas temperaturas».

La joya de la corona en términos de vigilancia es el VULCANAIR P68, “Gavina” para los amigos, un avión de coordinación y observación que proporciona una visión panorámica indispensable para la detección de focos y la orquestación de las operaciones de emergencia. Este avión permite una supervisión en tiempo real de las áreas afectadas y facilita la toma de decisiones rápidas y acertadas.

Daniel Simón, también piloto experto en lucha contra incendios, añade su visión sobre los desafíos aéreos y la coordinación necesaria en el terreno: «La ‘Gavina’ nos permite detectar focos de incendio desde una gran altitud, proporcionando una perspectiva que es imposible obtener desde el suelo. Esto no solo mejora nuestra capacidad de respuesta, sino que también nos permite anticipar el comportamiento del fuego y dirigir los recursos de manera más eficiente. La coordinación entre el equipo en tierra y la vigilancia aérea son esenciales para manejar estas situaciones de manera segura y efectiva, garantizando que podamos actuar rápidamente y con precisión”.

Esta aeronave, junto con una red de doce cámaras de vigilancia de 360 grados distribuidas estratégicamente por la isla y las torres de vigilancia, conforman un sistema de alerta temprana y monitoreo continuo de amplias áreas en tiempo real. Estas cámaras ayudan a detectar incendios rápidamente y proporcionan información crítica sobre la propagación del fuego y las condiciones del terreno.

Tal como explica Yacob Galán: «Tenemos monitorizadas un montón de capas en nuestras pantallas gigantes de cartografía digital. La isla está dividida en cuadrículas y el seguimiento de nuestras flotas y todos los aparatos de radio están geolocalizados”.

Preparación y entrenamiento

Los helicópteros ligeros son los caballos de batalla en esta guerra, y cada técnico de las brigadas helitransportadas es un guerrero moderno contra el fuego. Equipados con un arsenal personal que incluye ropa ignífuga, casco con gafas de protección, guantes especializados y una mochila de extinción con herramientas manuales, un botiquín y sistemas de comunicación avanzados, estos técnicos aseguran la coordinación entre las fuerzas aéreas y terrestres.

Además de trasladar las brigadas, los helicópteros están equipados para optimizar sus operaciones de extinción con herramientas como motosierras, azadas y palas de extinción para el trabajo sobre el terreno. También disponen del Bambi Bucket, un depósito plegable suspendido de un cable que puede contener entre 900 y 1000 litros de agua, equipado con una válvula de descarga controlada por la tripulación. Su diseño facilita el llenado en cualquier cuerpo de agua, como piscinas, estanques, lagos o el mar, permitiendo realizar descargas precisas de agua sobre las áreas afectadas por incendios. La capacidad de realizar múltiples descargas rápidas y directas convierte los Bambi Buckets en una herramienta crucial para contener incendios en su fase inicial.

El personal de la Base Aérea de Son Bonet se prepara mediante ejercicios y simulacros regulares, que son cruciales para mantener la efectividad y seguridad de las operaciones. Estos entrenamientos incluyen tanto prácticas físicas como sesiones teóricas. El coordinador describe: «Tenemos todo un procedimiento de embarque, extracción de herramientas y simulacros de salto desde el helicóptero en estacionario (cuando no está posado). Esto está muy entrenado para asegurar que todos los miembros del equipo están preparados para cualquier situación de emergencia”.

En invierno, durante el período de menor actividad de incendios, los esfuerzos se centran en actividades preventivas esenciales para preparar el terreno y minimizar los riesgos de incendios forestales en la temporada crítica. Estos trabajos incluyen la limpieza y mantenimiento de cortafuegos, vitales para detener o ralentizar el avance de las llamas, y el mantenimiento de infraestructuras críticas como depósitos de agua y caminos de acceso. Además, los brigadistas y técnicos participan en sesiones de formación y simulacros, y realizan un monitoreo constante de las condiciones del terreno para identificar y evaluar riesgos potenciales. Estas actividades invernales son fundamentales para asegurar una respuesta eficaz durante la temporada de incendios, que se extiende del 15 de abril al 15 de octubre y cuenta con un operativo de 350 personas repartidas en las cuatro islas.

La combinación de tecnología avanzada, personal capacitado y una coordinación efectiva garantiza la protección del valioso paisaje y la seguridad de los habitantes de las islas frente al fuego. En los cielos de Baleares, estos centinelas alados montan una guardia incesante, listos para actuar ante la más mínima chispa de amenaza. Estamos en buenas manos