‘GERRES BRODADES’, PIEZAS CON ENCANTO Y CON RAÍCES EN SA CABANETA

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En cerámica, una de las manifestaciones decorativas más importantes de Mallorca son las gerres brodades (cántaros calados), también conocidas como gerres de Felanitx porque en ese municipio y entorno proliferaron muchísimo a finales del siglo XIX. La gerreta brodada es un recipiente de barro, hecho bien con molde, bien con torno, decorado con elementos naturales del campo o del mar, si bien también se hacían con motivos antropomórficos o animalísticos.

El origen de la gerreta brodada presenta todavía incertidumbres, pero en el libro Terra de gerrers, (2018, Ayuntamiento de Felanitx) se escribe que «Elvira González plantea la posibilidad de que la ornamentación de estas piezas cerámicas corresponda a motivos religiosos relacionados con la contrarreforma eclesiástica. El cristianismo quería mostrar que su vertiente era más importante y poderoso que la protestante, así los católicos lucían su devoción públicamente en objetos varios, ¿por qué no con una jarrita ornamentada? «.

«En todo caso, hay que saber que, además de Felanitx, en otros lugares de la isla también se hacían, por ejemplo en el núcleo marratxiner de Sa Cabaneta. La gran diferencia es que mientras en la zona de Felanitx había mucho público potencial, en Sa Cabaneta había muy pocos vecinos y, por tanto, también un mercado mucho más reducido «, explica Joan Pere Català, director de l’Escola de Ceràmica. «Lo cierto es que -añade- en casi ninguna casa de Mallorca faltaban dos piezas cerámicas: el ‘siurell’ y la gerra brodada. Hoy en día no se puede hablar de que las ‘gerres brodades’, muy barrocas, sean tendencia en cerámica, porque es una pieza muy barroca y lo que se impone es la filosofía wabi-sabi, que busca voluntariamente la imperfección «.

Uno de los obradores marratxiners con más recorrido en la fabricación de ‘gerres brodades’ es Can Bernadí Nou, de Sa Cabaneta. Joan Amengual y Maria Capó, desde los años cuarenta del siglo pasado, habían hecho muchas, la mayoría de las cuales se vendían en las romerías de Sant Marçal. «Incluso, habíamos vendido un tiempo para un establecimiento de Felanitx», explica Joan Amengual.

Ellos dos, matrimonio, hicieron un equipo muy bien coordinado para hacer unas gerres brodades muy características, con barro procedente del Pou des Coll. Así, mientras Joan se encargaba de la estructura básica (el vientre, el cuello y las asas) hecha individualmente con la ‘roda’, Maria las remataba con la ornamentación, ya fueran flores, peces o pájaros. Y el uno reconoce el mérito del otro. «Yo no habría sabido decorar nunca tan bien como lo hace ella», acepta Joan. «Y para mí habría sido muy difícil hacer la jarra desde el principio», confiesa Maria.

Como muestra de la larga tradición de las gerres brodades en Can Bernadí Nou, hay que decir que en el Museu del Fang se expone una de la casa que tiene 130 años, elaborada por el padre de Joan, Antoni Amengual. Hoy, por la falta de mercado y la laboriosidad que conlleva el proceso, ya no las hacen.