LA LLEGADA DEL TREN A MARRATXÍ

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Muchas personas pasan cada día por alguna de las estaciones del municipio para coger el tren. Así ha sido de forma ininterrumpida desde hace 144 años, cuando algunos vieron al ferrocarril una vía de impulso económico de la que Marratxí no se mantendría al margen.

En Mallorca se empezó a hablar de la construcción de trenes a raíz de la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles de 1855, con la que se pretendía desarrollar la red de transportes para facilitar la industrialización del país. Entre los primeros proyectos destacaron las iniciativas de Paul Bouvy (1856) y de los hermanos Gispert (1857 y 1859). En líneas generales eran bastante similares: proponían la unión de Palma con Inca y Manacor, con la diferencia de que Bouvy contemplaba la llegada del tren al puerto de Alcudia y los Gispert a Felanitx. Además, estos últimos proponían que el trazado de Palma a Santa María se desviara hacia Bunyola, lo que suponía dejar Marratxí sin conexión a la red. Ninguna de estas iniciativas salió adelante por la falta de financiación.

Tuvieron que pasar más de diez años hasta que un joven ingeniero, Eusebi Estada, elaborara en ​​1871 la que sería la propuesta definitiva. Defendió una línea entre Palma e Inca, que, por la posición central de esta última población, era el trazado más eficiente desde el punto de vista económico. También propuso que el ancho de vía fuera de una yarda inglesa (914 mm), ya que esto permitiría acceder a vías y trenes de Gran Bretaña más baratos, aunque a largo plazo dificultó la renovación de la red y condujo al cierre de muchas líneas. Un año después, industriales e inversores particulares constituyeron con capital privado la Sociedad del Ferrocarril de Mallorca, que inició la construcción de la red al 1873. Hay que decir que la única contribución pública fue la exención del pago de los aranceles para la importación del material.

Así, el 24 de febrero de 1875 entró en funcionamiento la línea Palma-Inca, con dos estaciones en Marratxí. Además, la compañía instaló un descensor al camino de Sa Bomba que existió, al menos, hasta 1934. A continuación hablaremos con más detalle de estas dos estaciones.

La estación d’Es Pont d’Inca (PK 4,1) era la primera parada de la línea, por lo que durante los primeros años de existencia fue el destino de muchos pasajes que querían probar el viaje en tren. En este sentido, la compañía estableció un servicio extraordinario los domingos y los lunes, pero los viajeros no venían a Es Pont d’Inca sólo porque era la primera estación, sino por el vino que se servía, más barato y menos aguado que en Palma, donde se grababa con un impuesto.

El edificio presenta un aspecto similar al del resto de estaciones del tramo Palma-Inca. De hecho, el d’Es Pont d’Inca es idéntico al edificio de la estación de Lloseta. La planta baja se destinaba a sala de espera y venta de billetes mientras que en la planta superior se encontraba la casa del jefe de estación. Ante la afluencia de pasajeros, a los pocos meses la estación d’Es Pont d’Inca se amplió con la anexión de dos alas laterales que le dan forma de U. Mientras un ala servía de vivienda para los trabajadores de la estación, la otra se convirtió en sala de fiestas, donde llegó a haber una orquesta contratada por la compañía ferroviaria.

La estación de Marratxí (PK 8,4) quedó alejada de los núcleos de Sa Cabaneta y Pòrtol, a los que debía prestar servicio, a pesar de que en el proyecto debía situarse aún más lejos, pero la petición de los vecinos consiguió que se acercara un poco. El edificio rompe con la homogeneidad de las construcciones de la línea, porque inicialmente tampoco estaba prevista como estación sino como descensor, pero se le añadió posteriormente una segunda planta. Originariamente ninguna de las dos estaciones contaba con almacén para mercancías, ya que en ambas fueron construidos en 1930 y tenían una superficie de 84 m².

A finales del siglo XIX, un vagón se descolgó de su tren en la estación de Marratxí y, debido a la pendiente, descendió a toda velocidad en dirección a Palma. Afortunadamente lo pudieron detener, pero ya había pasado por Es Pont d’Inca como un rayo. Otro episodio histórico con la estación de Marratxí como escenario se dio durante la Guerra Civil, cuando la zona fue bombardeada. No se produjeron víctimas mortales, pero el ataque dañó la vía y un tren descarriló.

Finalmente, en cuanto a los trenes, fueron de vapor hasta los años cincuenta, momento en que fueron introducidos los trenes diesel. Cada locomotora recibía el nombre de un personaje destacado o de un lugar; por ejemplo, Marratxí, que en 1895 conectaba Palma con la estación del mismo nombre en 24 minutos. Actualmente, los trenes eléctricos hacen el mismo recorrido en 14 minutos, pero ya no encontramos una parada, sino ocho.

Martín Rotger. Historiador.