Las escuelas de música, un espacio para las emociones

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La música, con su capacidad intrínseca para evocar emociones y despertar sentimientos, desempeña un papel fundamental en nuestras vidas cotidianas. No sólo es un conjunto de sonidos y ritmos, sino también una forma de expresión que puede influir profundamente en el estado de ánimo de las personas y la perspectiva del mundo. La música está presente en los momentos más felices, intensifica las alegrías y brinda consuelo en los momentos difíciles.

Además, la música tiene el poder de unir a las personas, de crear conexiones emocionales que van más allá del idioma y la cultura. Ya sea una canción alegre que hace bailar, una balada que conmueve hasta las lágrimas o una melodía relajante que ayuda a encontrar paz interior, la música es un tesoro universal que enriquece la experiencia diaria y conecta a las personas a un nivel profundamente humano.

Escola Municipal de Música de Marratxí

La Escola Municipal de Música de Marratxí nació en 1990. Al frente de este proyecto estaba su director y fundador, Emilio Arnao, y el regidor de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Marratxí, Antoni Montilla Peinado . Treinta y tres años después, el centro sigue teniendo el mismo objetivo: formar a los miembros de la Banda Municipal.

Hace un tiempo, la Escola era conocida como Educandos, y acudían jóvenes que empezaban a aprender las nociones básicas de la música, aunque también se dirigía a los músicos que ya formaban parte de la Banda Municipal. Actualmente, hay alrededor de 140 alumnos, de los cuales una veintena tocan ya con el conjunto. Estos músicos siguen yendo a clases para perfeccionar sus conocimientos y mejorar cada día. «Podríamos decir que la Escola es la cantera de la Banda Municipal», explica Pep Salvà, presidente de la asociación que dirige la Banda y la Escola.

La Escola de Música no ofrece una formación reglada; por lo tanto, no hay límite de edad. Los alumnos que quieren aprender música el primer año tienen dos clases semanales de 45 minutos en las que aprenden el lenguaje musical. Al año siguiente, empiezan a tocar instrumentos, sin abandonar lo que iniciaron el año anterior, que se alarga hasta seis años. Cada alumno aprende a su ritmo, algunos más rápido y otros más despacio. Lorenzo Bonet, coordinador de la Escola de Música, asegura que los niños que vienen lo hacen porque aman la música, tienen ganas de aprender. «No buscamos crear músicos profesionales, buscamos crear una familia».

Este año, como novedad, la Escola ha apostado por las primeras etapas y ofrece un programa para bebés de 18 a 36 meses. Se centra en una enseñanza a través de la experimentación y de las vivencias, así como de las texturas. «Los niños aprenden el idioma de la expresión, de las emociones, y también a trabajar con estas herramientas interpretativas y sociales», afirma Bonet. Además ofrecen el programa Sensibilización para los pequeños de 4 a 5 años, un paso previo para aprender las nociones básicas.

Para los mayores, la oferta es sobre todo de instrumentos que se tocan en la banda: viento, percusión…, aunque Bonet asegura que la demanda de batería, guitarra y violín ha crecido mucho en los últimos años y han tenido que adaptarlo.

Los alumnos que todavía no forman parte de la Banda Municipal tienen la oportunidad de integrarse en el Conjunt Instrumental de l’Escola de Música, una pequeña banda que figura como una asignatura más. Los miércoles, estos músicos ensayan con el director, como paso previo a la experiencia de la Banda Municipal.

En la Escola de Música no hay una separación por edades, así que padre e hija pueden tocar juntos. «Muchas veces se ven familias que tienen inquietud por el mundo de la música y vienen todos juntos», destaca Salvà. Aunque también hay padres y madres que apuntan a sus hijos a la Escola porque a ellos les hubiera gustado ser músicos y no pudieron conseguirlo.

Éste es un año lleno de novedades en la Escola. Su sede ahora está en la antigua embotelladora de Pepsi. «Fue como un regalo, es fantástico poder disponer de un espacio como el de Pepsi. Llevamos muchos años reclamando un lugar donde poder ensayar y ofrecer un buen servicio a nuestros alumnos. «La Banda y la Escola han crecido mucho», asegura Salvà.

«No hay nada más satisfactorio que ver al público aplaudir después de una audición, lo que aporta un gran aprendizaje a los jóvenes», explica Bonet. 

Entre los conciertos fijos en los que participan los alumnos de la Escola se encuentra el Conciert de Santa Cecília, patrona de los músicos; el Conciert de Nadal, y los conciertos en la Fira de la Llet d’Ametlla, la Fira del Fang y la festividad de Sant Marçal. También organizan a lo largo del año un concierto benéfico y el reconocido Festival de Bandes. 

Obrador de Músics 

«Una música para cada momento y un momento para cada música», ésta es la filosofía del Obrador de Músics de Marratxí. Pep Corbalán, natural de Marratxí, ha transformado lo que era un espacio familiar, más conocido como el Bar de Can Berruga, en un espacio cultural. 

Con más de 12 años de trayectoria en el municipio, este espacio ha sido la cuna de muchos grupos y asociaciones musicales, como la Joven Orquesta Sinfónica de Marratxí, dirigida también por Pep Corbalán. Este año, la escuela tiene alrededor de 220 alumnos y cuenta con un cuerpo técnico de 18 profesores, todos ellos con titulación superior.

El Obrador ofrece dos tipos de servicios. Por un lado, es una escuela autorizada de grado elemental, lo que significa que los alumnos tienen la opción de obtener una titulación oficial sin necesidad de ir al Conservatorio de Palma. «Muchas personas desconocen que ofrecemos este servicio y por eso van a buscarlo fuera, pero un alto porcentaje de los alumnos que hemos tenido ya son profesores y trabajan», comenta Corbalán. Para ello, la escuela pide a los alumnos una alta implicación y tiene un nivel de exigencia considerable.

Por otro lado, se matriculan alumnos que acuden al Obrador como entretenimiento, para aprender música y otras disciplinas y disfrutarlas. También se imparten clases de danza y baile moderno y de teatro musical con Rafa Brunet. «Nos llamamos espacio cultural por eso, porque venimos a hacer cultura más allá de la música», añade el director.

Corbalán asegura que en el centro «no tenemos tiempo de aburrirnos». A lo largo del año ensayan horas y horas las audiciones de Navidad, Pascua y fin de curso. Los alumnos de danza y teatro musical también preparan las actuaciones que posteriormente interpretarán todos juntos, porque las demostraciones de todo lo que se aprende en el Obrador de Músics se hacen de forma conjunta: música, danza y teatro musical.

Es un espacio de música y arte donde todos los alumnos pueden practicar la modalidad o la rama que deseen. «Es la línea de trabajo que seguimos: en el mismo centro ofrecemos mucha variedad y salidas», explica el director. Por eso, quieren llevar a cabo proyectos como el coro de jóvenes o la celebración de musicales. Corbalán reitera que el Obrador está dispuesto a participar y a actuar en cualquier evento del municipio. «Siempre que nos necesiten nosotros estaremos ahí. Estamos aquí para hacer cosas y queremos estar integrados en el municipio. Nosotros somos de Marratxí, no nos iremos a otro sitio».

Del Obrador de Músics han salido muchos grupos musicales. «Los alumnos vienen, se conocen, conectan y aquí viven un proceso que les sirve para su futuro». Un ejemplo es la creación de la Simfònica de Marratxí de la mano de alumnos del Obrador, que aprovecha las instalaciones para ensayar.

El Obrador de Músics es un espacio para todos; jóvenes y adultos comparten aulas; nietos y abuelos tocan juntos. Los grupos colaboran, el coro canta con la orquesta, los de guitarra tocan con el grupo de cuerda y los de batería a veces acompañan al grupo de rock. Todo esto, con un objetivo: tener un ambiente de música en Marratxí.

Major82

Catalina Moll es una persona que ama la música y el trabajo que hace. Es la fundadora y directora de Major82 de Pòrtol, un centro que este año lleva 10 años con las puertas abiertas. Cuando llegó de Barcelona, ​​después de sus estudios de música, no encontraba un espacio en el que desarrollarse profesionalmente, donde se encontrara a gusto. «Con mi marido creímos en esta inversión, y ahora, diez años después, puedo confirmar que ha merecido la pena», asegura. Además, el centro está reconocido por la Conselleria. Esto suma valor al trabajo que llevan a cabo y al profesorado que participa, y hace que se encuentre en un espacio apropiado.

Moll da importancia a conseguir un grupo de profesores consolidado. «No hay variación en mi equipo desde que empezamos. Los cuido mucho. Es básico para dar un buen servicio y que el ambiente sea familiar», afirma. La escuela cuenta con seis profesores que, además de tener formación pedagógica y musical, son músicos en activo.

Major82 es, probablemente, de las pocas escuelas de música donde las clases se imparten en grupo. La directora se ha cuestionado muchas veces la forma en que se enseña música, llegando a la conclusión de que acompañado es la mejor manera, «considero que se debe practicar y hacer en grupo. Me interesa el aprendizaje colaborativo, y la música debería ser así».

En la escuela, los jóvenes se acercan a la música de una forma amable, se divierten. El objetivo de Major82 es facilitar a los niños el aprendizaje de instrumentos mayoritariamente complejos, con tranquilidad y gestionando sus emociones. «A la larga, espero que mis músicos se puedan profesionalizar con el aprendizaje que ofrecemos en la escuela. De alguna forma, ayudamos a vertebrar la sociedad, hacemos red y desarrollamos la práctica artística, que está recogida en los Derechos Humanos, como el acceso a la cultura», asegura Moll.

Los servicios de la escuela comienzan con los niños de 4 años, con el programa llamado Sensibilització, al que acuden una hora, un día a la semana. A continuación, se encuentra el programa Iniciació, con niños de 6 y 7 años, que también pueden participar, si tienen ganas, en el conjunto vocal infantil.

De 8 a 12 años, comienza Aprofundiment, en la que se dan herramientas del lenguaje musical: lectura y escritura, improvisación y creación al servicio del conjunto instrumental. En el programa existen tres actividades complementarias: conjunto vocal infantil, laboratorio de instrumento y jam.

Una jam es, por definición, un momento de creación libre, un instante en el que los músicos conversan con sus instrumentos, expresan lo que quieren decir con un lenguaje que sólo ellos conocen. Y esto es, precisamente, lo que tiene lugar cada jueves tarde con los alumnos de Aprofundiment. «Creo que nunca lo he visto en ningún otro sitio. Surge de las ganas de hacer algo más libre, de sentir que tenemos un espacio de libertad creativa», explica Moll. Además, el último jueves de cada mes, la jam se convierte en Micro abierto, en el que la actuación ya debe llevarse pensada: una canción, un poema, un baile…

Una de las cosas que más preocupa a la directora es que estudiar música es caro. «Es probable que haya un número muy alto de personas, jóvenes o adultas, que aman la música, pero no pueden pagar la formación». Moll recomienda «ir a pedir ayudas» si realmente quieren vivir en un ambiente de música.

«Diez años son muy pocos. Ahora empezaremos a ver sus frutos», concluye, emocionada, Moll.