En fechas navideñas, hay muchos elementos que no faltan: los pesebres, los árboles de Navidad, la iluminación típica, turrones, dulces… A todos ellos, en el caso de Marratxí se añade de desde hace algún tiempo, la leche de almendra. Del origen de esta tradición y, aún más, de la propia leche de almendra (llet d’ametlla) en el municipio y en Mallorca, Bernat Cabot hizo un trabajo que presentó en la ‘Jornada d’Estudis Locals’ del año pasado, posteriormente publicado como libro. Él mismo (en Son Horrach de Pla de na Tesa) produce leche de almendra, exclusivamente para las fechas navideñas, como también hacen Catalina Serra (de Sa Tenda Nueva, de Sa Cabaneta) y Pep Pocoví (de Cas Ferrer, también de Pla de na Tesa). Reproducimos en estas líneas fragmentos literales de la obra de Cabot, titulada ‘La llet d’ametlla a Marratxí’.
«Todas las tradiciones nacen de la fantasía popular y de la verdad de los hechos. Con este trabajo, basado en la evidencia, quiero documentar lo que tiene de verdad nuestra tradición de celebrar las fiestas de Navidad con leche de almendra. Son muchas las familias de Marratxí que tienen por costumbre celebrar la Navidad con leche de almendra. El origen se remonta a la época de los frailes de San Francesc de Paula, llamados «mínimos», que fundaron una comunidad en Santa María. En esta orden no podían comer carne ni derivados de animal de pelo ni de pluma, ni tampoco podían consumir leche de vaca.
La necesidad y su ingenio les llevó a cocinar una leche vegetal con almendra; era una bebida dulce con sabor a limón, canela y almendra. Las fiestas religiosas las solían celebrar invitando a los vecinos y amigos con un vasito de leche de almendra cuando les iban a felicitar las fiestas. Por otra parte, debemos decir que en Mallorca ya se cocinaba con leche antes de que llegaran los mínimos; se cocinaban carne y legumbres y se hacían salsas. Pero si tenemos que hablar de nuestra leche de almendra y de la manera de cocinarla, el punto de partida lo encontramos en las cocinas de los conventos de los mínimos” y del pueblo de Santa María.
Los mínimos llegaron a Mallorca en 1582, y el 10 de marzo tomaron posesión de la iglesia, la casa y las tierras de San Nicolás de Portopí, que les cedió el Consell para fundar en ellas un convento (…).
Entre idas y venidas fundaron varios conventos en diferentes lugares de Mallorca, donde ya encontramos referencias a la leche de almendra y de los molinillos que empleaban para moler las almendras. En 1584 fundaron el convento de Santa Ana, de Muro. Aquí encontramos la primera documentación de la leche de almendra en 1643: «11 sueldos para hacer arroz con leche de almendra el Domingo de Ramos». (…)
La orden religiosa de “los mínimos” fue suprimida dos veces: una en 1820 y la segunda en 1835. En la primera, fueron obligados a dejar el convento de Santa María y sus bienes fueron subastados. En 1823 el Gobierno volvió el convento y sus bienes a los frailes, excepto los que habían sido subastados.
En 1835 fue suprimida definitivamente la orden. Los frailes abandonaron el convento de la Soledad de Santa María, la casa y la iglesia, que cayeron en decadencia y en un estado ruinoso. La señora Magdalena Dolç, de Son Dolç, aseguraba que su bisabuelo paterno hizo la subasta de los bienes del convento de Santa María, y que Rafael y Antoni Joan Far, bisabuelo materno, compraron el molinillo de la leche de almendra de “los mínimos”.
En 1914 el molinillo fue vendido a la familia de ca na Mates y, en 1973, lo compró el pintor estadounidense Ritch Miller (Texas, EE.UU., 1925). A su muerte, la familia lo vendió al Ayuntamiento de Santa María. Se encuentra restaurado y a la vista del público en la entrada del consistorio.
Miquel Canyelles Rubí me contó que su padre, Miquel Canyelles Canyelles, aseguraba que su abuelo, Gabriel Canyelles, rescató de las ruinas del convento un molino de sangre. La familia Canyelles sigue siendo propietaria de este molino. Actualmente funciona y hace leche de almendra en Navidad.
Estas familias que compraron o recuperaron los molinos continuaron haciendo leche de almendra en sus casas; es en este momento cuando pasa a ser una tradición popular, fuera de las paredes de los conventos.
Hasta aquí la documentación escrita y oral para argumentar que, como he dicho al principio, si tenemos que hablar de nuestra leche de almendra y de la manera de cocinarla, el punto de partida lo encontramos en las cocinas de los conventos de ‘los mínimos’ y del pueblo de Santa María «.
Se puede consultar el artículo completo en la dirección web: http://www.marratxi.es/cultura/iv-jornades-estudis-locals/