La clausura de la Fira del Fang a causa del coronavirus y el cierre de talleres, tiendas y mercadillos ha puesto al sector de la alfarería y a los artesanos en una situación complicada. Afrontan el futuro con incertidumbre.
“Me quedé sin ánimo para trabajar. Mira que siempre anhelaba tener más tiempo para crear, para diseñar, pero la declaración de pandemia y el estado de alarma me dejaron en shock, supongo que como a todos”. A Coloma Cañellas, de Ca Madò Bet des Siurells, aún le cuesta hablar sobre la situación vivida en estos últimos meses y no tiene respuestas para el futuro más inmediato. “Semanas después seguimos igual. La economía no se ha activado y, francamente, este año será muy complicado”. Tomeu Amengual, de la empresa de cerámica artesana de Can Vent, va mucho más allá y augura un “panorama desolador” para el sector. La ausencia de ferias y mercadillos en los próximos meses y el desconocimiento sobre si habrá turismo y en qué condiciones, acentúan aún más la sensación de impotencia.
La 36 edición de la Fira del Fang tuvo que cancelarse por primera vez en su historia. Este hecho provocó que artesanos como Esperança Amengual, del taller de L’Abelló, viera como sus encargos quedaban en el limbo. “Es cierto que he podido hacer los encargos antiguos con más tiempo y dedicación, pero no es consuelo. Tuve que cerrar la tienda porque no teníamos ingresos”, subraya. En opinión de Amengual, la tarea artesana no está valorada como tocaría, por eso, su visión es mucho más negativa. “Nuestro sector está herido de muerte. Sería ideal poder vivir de lo que nos gusta y de este trabajo artesanal, pero eso no será posible”, añade.
Desde Can Vent insisten en que no todo está perdido y que quizás, a finales de año, comiencen a ver algún movimiento. “Nosotros estamos abiertos y deseamos que vengan clientes; nos queda la esperanza”.
María Amengual, de la Siurelleria i Gerreria Can Bernadí Nou ha aprovechado el confinamiento para seguir trabajando sus piezas, aunque ha sido más por entretenimiento que por trabajo. “Afortunadamente, yo estoy sola en el taller y no he tenido que hacer un ERTE. Ahora hemos empezado a abrir, pero más por impulso que por demanda”, confiesa. En la misma línea se expresa Margalida Serra, de Fang Nostro. “Estoy empezando a recuperar algunos pedidos, pero poca cosa. Hay que tener en cuenta que trabajo mucho con hoteles y tiendas que venden a los turistas y si ahora no abren pues poco podemos hacer”. Eso sí, avanza que continuará con el negocio adelante porque se conforma con poco y la artesanía es una profesión que le encanta.
CREATIVIDAD EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Adaptarse a esa nueva normalidad es ahora la clave. Pendientes de conocer cómo será la reapertura de establecimientos hoteleros, tiendas de souvenirs o la celebración de ferias y mercados, surgen ideas de todo tipo para afrontar las próximas semanas. Una de las propuestas es Amb les mans, donde participa Coloma Cañellas. Se trata de un ciclo de talleres para celebrar lo que se hace con las manos y apoyar a los que mantienen viva la cultura y las tradiciones de la isla. Una iniciativa privada que se desarrollará a finales de junio y principios de julio, pero con clara vocación de ayudar a los sectores más necesitados.
“Lo que haré será abrir las puertas de mi casa en Sa Cabaneta”, cuenta. Así, los interesados visitarán su taller centenario donde, después de una pequeña introducción sobre los siurells y la cerámica en Marratxí, elaborarán las famosas figuras en barro. “Las blanquearemos y mientras secan, visitaremos el Museu del Fang de Marratxí para realizar una visita guiada. Cuando acabe la visita, volveremos al taller y pintaremos el siurell, que nos llevaremos a casa”.