Apasionado podría ser uno de los adjetivos para definir la figura de Jaume Gual, un fotógrafo nacido y criado en el barrio palmesano de Santa Catalina que vive desde 1999 en Sa Cabaneta. Y lo es (apasionado) por el trabajo y por la vida. Tanto, que dice sin rodeos: «Mi profesión es mi vida». La fotografía es una pasión que tiene desde niño, convertida en profesión. Desde su particular objetivo, enfoca la realidad de nuestros días y de nuestro mundo.
-¿Quién es Jaume Gual?
-¡Uff! Qué difícil definirse uno mismo. Yo siempre he ido a la contra de la gente narcisista, y por eso mismo me cuesta. En todo caso, diré que como persona soy alguien que intenta dejar un mundo mejor del que se ha encontrado; alguien que echa una mano a la gente. Estoy casado desde 1991 con Aina, y tenemos dos hijos, Pau y Joan, de 25 y 23 años. Quiero subrayar que mi mujer ha sido y es un apoyo importantísimo en mi vida; creo que juntos formamos un buen equipo y nos hemos ayudado mutuamente, tanto en la educación de los chavales como desde el punto de vista profesional.
Por otra parte, debo decir que mi profesión es mi vida. Desde que tenía 14 o 15 años me he sentido atraído por la fotografía, a la que me he dedicado y me dedico en cuerpo y alma, lo cual no me supone ningún esfuerzo, porque lo disfruto mucho. En mi caso, puedo decir que trabajo y vida, vida y trabajo, van muy ligados.
-Geógrafo de formación y fotógrafo de profesión… ¿Cómo se explica?
-Siempre he tenido inquietud por observar la naturaleza. De joven, hice excursionismo muchos años y, en este ámbito, tuve la oportunidad de hacer amigos con intereses comunes. A los 15 o 16 años, me matriculé en unos cursos monográficos de fotografía que daban en la antigua escuela de Artes y Oficios. Recuerdo perfectamente todo el protocolo que en aquel tiempo rodeaba a la fotografía: los carretes, las fotos en blanco y negro, que resultaban bastante más económicas, el rebelado de los negativos …
En paralelo, pienso que la geografía te da una visión del mundo donde vives y de todo lo que te rodea, te sitúa en el paisaje y en el territorio; te hace ver la relación entre el hombre y el planeta, y yo encuentro que este ejercicio es muy interesante. Por ello, estudié la carrera. Creo, en síntesis, que geografía y fotografía tienen bastantes aspectos en común.
¿Cuáles son los parámetros que definen una buena fotografía?
-La fotografía, básicamente, es luz, es el momento y es el encuadre del objeto fotografiado, sea este una persona, un objeto o un paisaje. El profesional debe saber qué quiere mostrar a través de aquella fotografía.
-¿Mallorca es el paraíso para un fotógrafo?
-Cualquier lugar lo puede ser, pero es verdad que, especialmente para una persona con curiosidad e interés por el medio natural, Mallorca es un paraíso, y aún lo era más hace 60 años que a día de hoy. Las estaciones del año le dan colores y apariencias diferentes; las luces también son cambiantes, hay multitud de paisajes, de mar, de montaña ..
-¿Cuál sería su rincón favorito?
-Hay muchos, pero uno de los que más me gustan es el Cavall Bernat, en Cala San Vicenç. También la costa de Llucalcari hasta Cala Deià, que se ha pintado muchas veces. ¿De Marratxí? De ahí, me quedo con la arquitectura tradicional que uno puede encontrar, por ejemplo, tanto en Sa Cabaneta como Pòrtol o Marratxinet. Aquí, tenemos casas que son auténticas maravillas, con unas fachadas increíbles.
-¿Qué análisis hace del momento actual de la fotografía?
-Empezaré diciendo que en fotografía, desde el punto de vista profesional, siempre han intentado hacer aquellas fotos que se pudieran vender; esto tanto pasaba en 1930 como ocurre ahora, casi cien años después. Dicho esto, es verdad que hoy en día es más complicado, porque hay mucha más competencia (en buena parte, desleal, porque las fotos se regalan), sobre todo a causa de la digitalización de la imagen. Hoy, todo el mundo hace fotos, otra cosa es la calidad que tienen estas fotos. Nunca se habían hecho tantas fotos como ahora, pero tampoco nunca como ahora se habían hecho tantas fotos malas. El criterio fotográfico, tristemente (pienso yo) se ha ido al traste. Para acabarlo de arreglar, con un buen diseño se puede tapar una foto mala. Como profesional, lo que tienes que hacer es intentar ofrecer un plus respecto a lo que pueda ofrecer una cámara automática o un móvil.
En mi caso, intento hacerme un hueco en el mundo de la fotografía patrimonial, la digitalización de bienes culturales y la documentación del paisaje, que también es un bien patrimonial y cultural. Me interesa observar cómo evoluciona el paisaje con el paso del tiempo y documentar estos cambios (a veces, muy importantes) a través de las fotografías. Fruto de todo esto ha sido la puesta en marcha del Observatorio Fotográfico del Paisaje de las Islas Baleares que gestiona el Grup de Recerca en Patrimoni audiovisual, mass media i il·lustració de la UIB. En Marratxí tenemos muchos ejemplos…
-Por cierto, ¿una imagen vale que más mil palabras? Cuidado, que habla con un periodista…
-A veces, sí; a veces, no. Estas máximas siempre se pueden coger por un lado o por el otro; tienen una bala en la recámara. Es decir, una imagen puede explicar perfectamente una cosa; en otras ocasiones, no es tanto así. Recuerdo en este sentido un trabajo que me encargaron en Cala Llamp, en Andratx. De la foto que yo sacaba, nadie podía negar que aquello era Cala Llamp; ahora bien, si abrías más el ángulo, observabas que sin dejar de ser ese mismo espacio virgen, también había urbanización. Quiero decir que una imagen te puede explicar exactamente lo que hay o bien solo una parte de lo que hay. Hay, incluso, un discurso sobre si la fotografía miente. Mi punto de vista sobre este particular es que la fotografía no miente, la fotografía es veraz: otra cosa es lo que tú se lo haces decir.
-¿Cuáles son los retos de futuro?
-¿Futuro? En todo caso, tendré que hablar en términos de futuro inmediato, porque hoy tenemos que vivir al día, ya que todo es muy cambiante y va muy deprisa. En todo caso, una de las cosas que me apetece hacer es aportar mi granito de arena en mostrar la evolución y la historia del paisaje de Mallorca de forma gráfica, es decir, a través de la fotografía. La fotografía tiene dos lecturas: la que tiene proporciona un placer estético y también del momento que documenta. Yo me lo paso muy bien haciendo este tipo de trabajo.
-¿Qué ‘fotografía’ hace de la realidad de nuestros días, desde un punto de vista global?
-Pienso que todo ha salido un poco demasiado de madre. Todo va demasiado rápido. No tienes tiempo de disfrutar de una cosa que ya sale otra nueva que la sustituye. La tecnología, que es muy positiva en muchos aspectos, es perjudicial desde este punto de vista, en mi opinión. Hoy, importa más la cantidad que la calidad, en casi todos los ámbitos de la vida, y eso no me gusta.
-¿Cómo ve Marratxí?
-Es un municipio complejo por la diversidad y cantidad de núcleos que integra. La idea sería que la gente hiciera piña en torno a un sentimiento común, pero no es algo fácil. Por otra parte, supongo que esta dispersión geográfica hace que también aumente el gasto municipal para abastecer todos los núcleos de los servicios necesarios.
-Probablemente, sus dos hijos, Pau y Joan, fundadores e integrantes del grupo musical Go Cactus, deberán salir pronto en esta revista …
-No lo sé… (sonríe). Lo único que puedo decir es que los chavales han vivido la música desde pequeños. Han tenido una formación en este ámbito, y yo creo que esto es muy positivo porque los hace personas más sensibles. Ambos han estudiado (cada uno de ellos hace un máster, ahora mismo) y el hecho de que les vaya bien como músicos con el grupo nos hace muy contentos tanto a mí como a la madre. Fueron seleccionados como teloneros de Franz Ferdinand, en Madrid; han ganado varios premios, de aquí y de fuera, ahora acaban de participar en festivales de Nueva York y de Austin (Texas). Pienso que la música les aporta una experiencia de vida interesante y les ayuda a desenvolverse…