El 21 de febrero de 2021 se cumplió un siglo del aeropuerto de Son Bonet. Un hito histórico que se ha tenido que celebrar de forma austera y sencilla a causa de la pandemia de Covid-19. Pero ni siquiera el coronavirus puede esconder una historia de éxito. Son Bonet forma parte indisociable de Marratxí y su intrahistoria es tan apasionante como desconocida. El libro «Centenario del Aeropuerto de Son Bonet» recientemente publicado es una gran oportunidad para conocer la formidable contribución de aquellos pioneros de la aviación en Mallorca.
El 21 de febrero de 1921 el piloto catalán Manuel Colomer llegó a Mallorca en barco con su avión Aviatick B1, un avión de reconocimiento de la I Guerra Mundial de tres plazas. Viajaba con su mecánico Manuel Trilla con el objetivo de hacer una campaña de vuelos de exhibición por la isla. Estos vuelos se realizaron en el aeropuerto de Son Sant Joan, un lugar que quedaba demasiado lejos de la ciudad y donde los clientes tenían dificultades para llegar debido a la falta de comunicaciones.
El historiador aeronáutico Andreu Canals cuenta en su libro «Centenario del aeropuerto de Son Bonet» que en uno de sus vuelos Colomer localizó cerca del Pont d’Inca un gran espacio muy adecuado para sus planes. Estaba cerca de la ciudad, comunicado con tren y tranvía, y reunía las condiciones para operar con seguridad. Eran los terrenos de Son Bonet, donde estaba el cuartel militar de Ingenieros, que acogieron con entusiasmo el proyecto y habilitaron una pista de aterrizaje de mil metros de longitud. Entonces el 25 de febrero de 1921 Manuel Colomer aterrizó por primera vez en Son Bonet, primer paso de lo que posteriormente fue el Aeropuerto Internacional de Mallorca. En 1928, explica Canales en su libro, se realizaron desde Son Bonet los primeros vuelos publicitarios. La marca Chocolates Neila sobrevolaba Palma y otras ciudades tirando chocolatinas y galletas desde una avioneta.
En 1934 ya se funda el Aeroclub de Baleares con el objetivo de formar pilotos y hacer divulgación del mundo de la aviación y se construye el primer hangar del aeródromo. Un año después se crea la primera escuela de aviación.
GUERRA CIVIL
El estallido de la Guerra Civil frenó el desarrollo de la aviación recreativa y comercial, pero no así la actividad aeronáutica de Son Bonet. El aeródromo marratxiner fue una de las bases de la aviación fascista italiana, que bombardeó las ciudades de la costa mediterránea, principalmente Barcelona y Valencia, fieles a la legalidad republicana. Durante esta etapa, cuenta el historiador Martín Rotger, se construyeron talleres de reparación y una nueva pista, que cortó el camino de Muntanya que unía en línea recta el Pla de na Tesa con la carretera de Inca, a la altura de donde hoy se encuentra el Pont d’Inca Nou. Paralelamente, estas ampliaciones, junto con la consolidación como base militar de Son Sant Joan, contribuyeron a la llegada a Son Bonet de los primeros vuelos comerciales de Iberia y de Lufthansa desde 1938.
Son Bonet tuvo que mejorar de forma urgente sus infraestructuras para atender a los pasajeros que ahora no podían aterrizar en Son Sant Joan, que se había convertido en base militar de forma indefinida. Tocaban a principio hasta tres vuelos por semana. Por ello se habilitó una pequeña terminal en el antiguo local del aeroclub con oficinas y despachos para Iberia, oficina de radio, taller, servicios médicos, etc.
La consolidación de Son Bonet iba creciendo. En 1941 se construyó una segunda pista, porque con la única existente, la 06/24, se hacía muy difícil operar con vientos cruzados. En 1942, relata Canales en su libro, se expropiaron 420.000 metros cuadrados en la parte norte, junto a la carretera de Inca y la del Pla de na Tesa, para construir cuatro hangares y cuatro naves para talleres de 1.000 metros cuadrados cada uno. También se proyectó, pero no se llegó a construir, un ramal del tren Palma-Inca con la intención de circular por el interior de Son Bonet y poder trasladar mercancías entre el aeródromo y el Puerto de Palma.
Entre 1943 y 1945, debido al embargo de gasolina al que los aliados sometieron a España, acusada de colaboracionismo con los alemanes, se suspendieron todos los vuelos entre la Península y Baleares. De este modo, en Son Bonet sólo volaron las avionetas del Aeroclub, que utilizaban gasolina de bajo octanaje, y algún aterrizaje de emergencia de los países en guerra.
AISLAMIENTO INTERNACIONAL
Posteriormente España fue sometida a un aislamiento internacional que Francia levantó en 1948 y Naciones Unidas en 1950. Un periodo de pocos vuelos internacionales, pero algunos ilustres, como el que recuerda Andreu Canals en 1946, cuando aterrizó en Son Bonet un avión de Havilland Dragon Rapide de la compañía Hunting Air Travel con el escritor Robert Graves y su familia que volvían a su casa en Mallorca.
En 1945 Iberia reanuda los vuelos entre Mallorca y la península con aviones Ju52. En 1946 debido al incremento de vuelos de Iberia se contratan nuevos empleados para atender una demanda creciente. En 1948 comienza a volar en Son Bonet Aviaco con sus aviones Bristol 170m, poco después se incorpora Air Algerie. Un aumento de vuelos internacionales que hace que en 1950 se habilitsn espacios para la Aduana y la Policía. En 1951 se incorpora Air France para cubrir la ruta París-Palma.
Cuenta Andreu Canals que en 1952 la compañía BEA cubría la ruta Londres-Palma con los aviones Vickers Vinking. Un aterrizaje que se producía a las 6 de la madrugada, «lo que hacía que los habitantes del Pont d’Inca no necesitaran despertador». El incremento de los vuelos chárter provocó el aumento de personal del aeródromo y que los empleados de Iberia y de Aviaco prestaran asistencia de handling para Air Algerie, Air France, Lufthansa y BEA.
BOOM Y OCASO
El boom turístico de los años 60 provocó la llegada de múltiples compañías chárter y de vuelos regulares de compañías como Sabena, KLM, Air France, Swissair o Lufthansa. Un gran tráfico de aviones y de pasajeros que convirtió Son Bonet en un entretenimiento. Muchos visitantes acudían a Son Bonet para ver aterrizar y despegar los aviones, previo pago de tres pesetas. Una ocasión para disfrutar del espectáculo de la llegada continua de turistas a la isla.
Así, si en 1950 ya pasaron por Son Bonet 74.733 pasajeros, se superaron los 100.000 viajeros en 1951, los 200.000 en 1954 y el 500.000 en 1958. En 1959, se produjeron 17.567 operaciones entre llegadas y salidas de más de cincuenta compañías diferentes que transportaron 557.148 personas, según el historiador Martín Rotger.
Son Bonet crecía y crecía y se aproximaba a su máxima capacidad. Los aviones que operaban eran de cada vez más grandes y la pista comenzaba a quedar pequeña, razón por la que se produjeron algunas salidas de pista. Además, la terminal también se quedaba pequeña y había problemas en el control de llegada de pasajeros.
Ante la imposibilidad de ampliar el aeropuerto por la proximidad del Pont d’Inca y el Pla de na Tesa, las autoridades decidieron trasladar la aviación comercial en Son Sant Joan. Era el 18 de julio de 1960.
Con el traslado, Son Bonet recuperó la calma propia de sus inicios, como espacio para la aviación recreativa y deportiva además de escuela de pilotos, sin perder la categoría de aeropuerto. En 2020 Son Bonet registró 9.847 operaciones y un tráfico de 3.281 pasajeros, un 20,4% menos que el 2019 por el impacto de la pandemia.
Además de aeródromo para vuelos privados, Son Bonet acoge la sede del Real Aeroclub de Baleares, alberga centros de formación de pilotos de avión y de helicóptero, centro de formación de tripulantes de cabina, centros de mantenimiento, alquiler de helicópteros para excursiones. Y en verano es la base de las unidades antiincendio del IBANAT, además de acoger el taller de Mestres d’Aixa y de restauración de Molinos del Consell de Mallorca.
Son Bonet, un aeropuerto pionero en Mallorca que se ha tenido que adaptar a los nuevos tiempos y que cumple 100 años siendo un espacio de referencia en nuestro municipio.