Pep Serra se puso al frente de Terra Cuita hace nueve años. Antes trabajó en Correos, como profesor de autoescuela y como promotor inmobiliario. Al regresar a Pòrtol cambió el negoció de arriba abajo. Ahora acaba de abrir la quinta tienda y extiende su universo de colores por toda la isla.
Los orígenes de Terra Cuita se remontan al año 1860, un negocio que ha pasado de familia en familia hasta la actualidad. Actualmente está al frente Pep Serra, de la quinta generación. Pero lo cierto es que Terra Cuita vivió un renacimiento hace diez años, cuando se puso al frente del negocio familiar. Lo hizo después de trabajar en Correos, como profesor de autoescuela y en la promoción inmobiliaria. Llegó a Pòrtol con ideas y energías nuevas. En poco tiempo cambió de arriba abajo el negocio. Invirtió en un nuevo horno y en contratar personal. No fue una etapa sencilla porque suponía romper moldes e inercias familiares pero al año y medio de la transformación comenzaron a llegar los resultados.
Ahora en Terra Cuita trabajan 15 personas en temporada alta y tienen cinco tiendas en Mallorca: dos en Santanyí, una en Pollença, una en el Puerto de Pollença y otra en Palma. Entrar en el universo Terra Cuita de Pòrtol es sumergirse en un mar de colores mediterráneos. Son los colores y tonalidades que le aportan un aspecto único a sus vajillas: platos, vasos, jarras, cuencos, cazuelas, etc.
«Tenemos dos tipos de clientes: hoteles y restaurantes, y después los particulares», explica Pep Serra, que cuenta que en Mallorca «hay tres o cuatro distribuidores que traen género de la península, lo tienen en un almacén y luego lo venden como si fuera de aquí «. «En Terra Cuita nuestra producción la hacemos y la distribuimos aquí», cuenta Pep Serra, admitiendo que «la falsificación no tiene solución y que siempre existirá».
La experiencia le dice a Pep Serra que el cliente que busca un buen producto, un producto especializado, al final termina en sus tiendas porque valora la calidad y lo autóctono. «La personalización es lo que nos diferencia, lo que pide el cliente frente a productos estandarizados». Todo en una época en que se valora mucho el producto propio, de kilómetro cero, el que se hace en Mallorca.
Personalización
Terra Cuita se caracteriza por sus platos de cerámica, un producto apreciado por su principal cliente: los turistas y residentes alemanes, un producto de calidad que no se encuentra en las tiendas de souvenirs. «Tienda que vayas a Londres, París o Ámsterdam ves los mismos platos en todas partes y cuando el extranjero viene aquí se da cuenta de que por mucho que viaje no encontrará nada como lo nuestro. Y esto lo ve sin contarle demasiada historia … el extranjero nos valora mucho y eso hace que el producto se diferencie y tenga valor por sí mismo «.
La artesanía de Terra Cuita, como la de otras alfarerías e Marratxí, tiene de su lado que es única y diferente a los productos homogéneos que salen de las grandes fábricas chinas y acaban en las estanterías de los grandes almacenes de todo el mundo.
El fuerte crecimiento de Terra Cuita en los últimos años se ha basado en la inversión y en fidelizar un equipo al que se ha dado estabilidad y confianza para crear y desarrollar el negocio. Pep huye de las redes sociales, tampoco busca nuevos mercados, aunque no reniega de ningún cliente. Su crecimiento se ha basado en hacer el mejor producto posible. Allí ha sido destinada la inversión: al horno, al personal, a los esmaltes y las continuas pruebas de colores. Los razonamientos de Pep Serra sobre su estrategia de negocio son sencillos, alejados del artificio del marketing y del business analytics. Sencillos pero incontestables. «La estrategia es hacer 200 piezas y repartirlas por las tiendas y es el cliente quien decide. No hay ningún otro estudio de mercado «, concluye el propietario de Terra Cuita.
Pep Serra señala como una de las decisiones claves de su negocio apostar por contratar talento. «Nosotros hemos apostado por tener la gente creativa, que haga sus diseños, y esto tiene mucho riesgo porque son gastos añadidos y eso te puede salir bien o mal. De las otras ‘olleries’ casi ninguna lo ha hecho «, asegura Sierra.
Una decisión clave de Terra Cuita fue la apuesta de abrir nuevas tiendas. De momento no tiene previsto abrir fuera de Mallorca, pero sí ha crecido mucho últimamente en la isla, con la segunda tienda de Santanyí y la segunda de Pollença.
Cliente local
Pep Serra reconoce el buen comportamiento del cliente local durante la pandemia, un cliente que ha apoyado el negocio. «No tuvimos que esperar a los turistas», apunta Pep Serra, que asegura que los clientes mallorquines han sido muy importantes en el último año, un cliente que entiende y que sabe que «nosotros somos productores y tenemos los mismos precios en la fábrica que en la tienda, por muy turística que sea «.
Terra Cuita presume de sobrevivir gracias a las ventas en las tiendas y de no necesitar acudir a vender a ferias y mercados. Además, asegura que no buscan nuevos mercados, aunque no renuncian a nada. «Nosotros no buscamos nuevos mercados pero lo que venga, bien está. No buscamos más trabajo, tenemos suficiente».
Ambición
Pep Serra lleva nueve años al frente de Terra Cuita, un tiempo en que ha cambiado el negocio de arriba abajo gracias al coraje de invertir y apostar por modernizar y subir de nivel el negocio. Un nuevo tiempo que requirió de nuevas inversiones, de vencer resistencias y de romper con el pasado. «Me siento orgulloso de haber dado este paso porque con mucho trabajo y cariño tenemos lo que tenemos ahora. Estoy con mi gente. Para mí lo más importante es que los empleados estén a gusto, estables y contentos, sin cambiar de personal continuamente «, sostiene Serra.
El Terra Cuita de 2021 no tiene nada que ver con el de hace una década. En medio se ha producido una transformación mecánica, técnica y de personal. «Al año y medio de la inversión ya se notaba la vuelta de hoja, sobre todo en los mercados especializados, los mercados de élite. Y enseguida la gente respondió peque hubo un cambio sustancial. Y todo en diez años «.
Sobre el futuro, Pep Serra reconoce que nunca se sabe si el relevo generacional está garantizado. «Yo tengo tres hijos. Lo primero es que conozcan el mundo y que saquen adelante los estudios. Y esto estará aquí por si lo quieren «. Sobre el futuro de las alfarerías tradicionales, Serra reconoce que sin relevo generacional todos irán cerrando, a no ser que lo coja alguien de la familia. Está claro que hay dos o tres alfarerías tradicionales que ya no tienen relevo generacional y tendrán que cerrar «.