Su bisabuelo ya era ceramista, al igual que el abuelo y el padre. Con estos antecedentes, era fácil que Toni Vich también se dedicara a este mundo. Pero en un principio, y aunque de niño había trabajado en ello, no entró dentro de sus planes, y no fue hasta después de recorrer mundo que en 1994 volvió a abrir el negocio familiar de La Teulera, donde hacían tejas, baldosas y distinto material de construcción. Siempre inquieto, Vich pensó que tenía que evolucionar y, con él, también el producto que fabricaría.
Así, hacia los años 1999 y 2000 empezó a hacer cursos monográficos de cerámica, preferentemente en Girona, con el reconocido maestro Ramon Fort. A todo esto, desde niño siempre se había sentido atraído por el mundo de la música y había tocado la guitarra. Por su cabeza empezó a rondar la idea de fusionar la cerámica (su trabajo) y la música (su pasión).
¿Cómo? Haciendo instrumentos musicales cerámicos, una disciplina muy poco cultivada en todo el mundo. «Nunca he dejado de estudiar música (clásica, jazz…) y los últimos siete u ocho años me he empezado a decantar especialmente por la música de Oriente Medio; además, he hecho viajes a Grecia y Marruecos, donde me he encontrado con maestros locales. La música que me gusta y que quiero potenciar es una música con un carácter espiritual».
Así las cosas, en su taller de Pòrtol, Toni Vich trabaja haciendo instrumentos con tierra cota, gres y porcelana: flautas (ney, bansuri o xakuhasi), ocarinas, digeradour (de origen australiano), udu (de percusión) y cuencos con agua (los llamados Jalatarang, con raíces indias). Además, también hace instrumentos menores para llenar el espacio acústico: es el caso, por ejemplo, de los huevos llenos de arena. Instrumentos todos ellos sobre los que Vich investiga y trabaja. «Pero de momento sólo desde la vertiente de la investigación, que es lo que me mueve. El objetivo esencial es obtener de cada instrumento el mejor sonido, el timbre más ajustado. La producción masiva para comercializar aún no la veo; ya veremos cuando llega…».
De hecho, el trabajo de Toni Vich no pasa desapercibido para quien lo conoce, sea en Mallorca, en el resto de España o en el extranjero. En este sentido, ya ha presentado sus trabajos en distintos simposios en Cataluña (Vic y Girona) y también en Suiza.
Como músico, con los instrumentos de su «cosecha», tomó parte en la Fira del Fang del año pasado, en las Nits de l’Art de Felanitx, Santa Eugenia y Santa Maria, y también con un concierto que acompañó el pregón de la Festa del Estandart de Palma. «Estoy muy contento de la respuesta que hemos tenido del público», asegura.
Para redondearlo, a finales de enero, Vich y su amigo Blas Vidal comenzarán a grabar el primer disco, compuesto por ocho temas. «El objetivo es crear una atmósfera singular». Su trabajo (que compagina con la gestión del Museu del Fang, la Biennal de Ceràmica y con la Escola de Ceràmica) también lo es.