Vuelta al colegio libre de adicciones

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«Más de un 60% de los problemas que atendemos en Marratxí están directa o indirectamente asociados al uso de los dispositivos». Silvestre del Río, policía tutor.

«Debemos perder el miedo a controlar y poner límites, pero es mucho trabajo para los padres». Gisela López, directora del programa SOFIA en Projecte Home

Centenares de jóvenes comienzan el curso estos días. A Miquel, que estudiará 1º de ESO, le han regalado un teléfono de última generación. En cambio, a Joan todavía no le han dado su primer móvil. Los padres no están seguros de las consecuencias que puede tener para su hijo. Este inicio de curso muchas familias tendrán el dilema de si dar o no un dispositivo a los pre-adolescentes, una situación que les generará muchas dudas. Cuatro expertos en la materia -un psicólogo, un trabajador social, un policía tutor y una experta en adicciones a las redes sociales- arrojan luz sobre el tema y nos muestran qué se está haciendo en Marratxí para luchar contra el abuso de las pantallas este principio de curso.


Los retos de la ‘vuelta al cole’

El uso de pantallas no ha disminuído en verano. “La percepción que tengo es que el tiempo de ocio en la calle no ha aumentado y que los alumnos llegan haciendo un mayor consumo de pantallas. Ahora bien, habrá niños que no tendrán ningún problema para volver a la rutina y los habrá que sustituirán parte de su vida por las pantallas”, dice Joan Mercè, educador social en el Área de Servicios Sociales de Ayuntamiento de Marratxí. Las escuelas, especialmente en los primeros años de secundaria, inciden más en el uso de dispositivos móviles “porque es un período problemático en temas de delitos, acosos y redes sociales”, añade.

Según Gisela López, directora del programa SOFÍA de Projecte Home Balears, que trabaja las adicciones a pantallas de los menores, el uso durante las vacaciones dependerá un poco de cómo hemos planificado el verano en familia: “Si no hemos tenido una rutina ni unos planes alternativos, la tendencia normal es el aumento de tiempo usando las pantallas, tanto niños como adultos”. Además, en verano muchas familias pueden ver el comportamiento de sus hijos cuando se limita el uso de pantallas, videojuegos o redes sociales, y es cuando se animan a pedir tratamiento.

Antes de iniciar el curso, los policías tutores ofrecen a todos los centros escolares de Marratxí charlas preventivas para 5º de primaria y 1º de ESO. Los temas se eligen según las problemáticas que más preocupen. Además, Silvestre del Río y Guillem Ensenyat atienden a los menores del municipio y sus familias cuando ya han tenido algún tipo de problemática por el uso de la tecnología.

Según Del Río, más de un 60% de los problemas que atienden en Marratxí están directa o indirectamente asociados al uso de los dispositivos. “Los profesores se muestran preocupados por la repercusión que tienen las adicciones en los alumnos, que pueden originarse en el centro escolar o en casa, mediante aplicaciones de juegos o redes sociales. El problema lo sufren los centros, pero su gestión es muy difícil una vez que salen”, dice.

El uso de pantallas en casa


La adicción al móvil es un tema que cada vez preocupa más a los padres por sus consecuencias, según los expertos consultados. Por ese motivo, buscan vías para informarse. Una forma de hacerlo son las jornadas familiares que organiza el Área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Marratxí: Uso de pantallas y nuevas tecnologías por parte de niños y adolescentes y Adicciones conductuales a redes sociales, videojuegos y teléfonos inteligentes. Estos diálogos con expertos ponen sobre la mesa cuestiones como cuál es la edad en la que debe darse el primer móvil o cómo prevenir esta adicción. Sergi Marimon, psicólogo y educador social en Marratxí Social, explica que una de las finalidades de las charlas es destacar la importancia que tiene el uso que hacen los padres del móvil y tomar conciencia de que los menores repiten las conductas que ven en los adultos.

En casa, “los padres tendrán que ser un referente, un apoyo y un ejemplo”, coincide Del Río. El problema es que, por lo general, no lo están siendo. Según el policía, «deberíamos regular su uso, retrasar el acceso al primer teléfono inteligente y no darlo a edades cada vez más tempranas, pero no lo estamos haciendo». Para este comunicador y educador especialista en redes sociales y adolescentes, los padres “no enseñamos ni controlamos el uso del dispositivo. En vez de ponernos las pilas e intentar aprender más para ser un referente, damos por sentado que han nacido con el móvil bajo el brazo y les dejamos que se autogestionen. Éste es un gran error, los problemas con la tecnología suelen ser muy graves”. Además, el hecho de que no hagamos un buen uso del teléfono y que cuando nuestro hijo quiere explicarnos algo miramos el móvil “da como resultado problemáticas asociadas”, añade.

Cuando el problema es tangible, tanto los policías tutores como el Área de Servicios Sociales de Marratxí llevan a cabo una atención individualizada. Así nos lo explica Mercè: “Los educadores sociales y la psicóloga dan pautas para hacer frente a esa adicción”. Si no existe una respuesta favorable, “el caso se deriva a unidades más especializadas como la UCA y Projecte Home. Eso sí, siempre depende de la voluntad de la persona por realizar el cambio”. Según la directora del programa SOFIA, “no debemos perder de vista que las pantallas no son una afición, ni sirven para llenar el tiempo libre, son una herramienta. En el momento en que dejan de serlo, puede empezar una conducta problemática”.

Por otra parte, el Ayuntamiento “está elaborando un plan municipal, el Plan de Adicciones, que es el que antes se conocía como Plan de Drogas, pero en el que ahora se incluirá la adicción al móvil, para poder establecer las actuaciones adecuadas ante esta problemática”, nos adelanta Mercè. “Esperamos que se pueda poner en marcha lo antes posible”, concluye.

La edad adecuada para usar el dispositivo

“Habrá que ser más contundentes entre los 10 y los 14 años”, aseguran los policías tutores. Tener un móvil antes de los 12 años «me parece una barbaridad», opina Del Río. “No sé exactamente la función que puede tener en la vida de estos niños tener un móvil a 8, 9 o 10 años, la edad en la que se adquiere actualmente”, asevera. Según este policía tutor, no hay una edad exacta en la que deberíamos dar un móvil a un menor, “depende de la madurez del niño o niña, las circunstancias personales, la educación y el entorno de cada familia. Yo suelo marcar el mínimo en 14 años, ya que es cuando se adquiere responsabilidad penal y la edad permitida para tener redes sociales en España. Hay adolescentes que tienen 16 y siguen sin estar preparados para gestionar un móvil, y habrá niños de 13 que lo harán mejor”.

En Projecte Home imparten talleres en los colegios e institutos y reciben comentarios de los padres. «Te dicen que librarse de comprar un teléfono cuando el niño tiene 12 años es prácticamente imposible», dice López. “En los institutos nos están pidiendo talleres para niños cada vez más jóvenes, e incluso para estudiantes de primaria, llegando a dar formación a los padres con hijos en educación infantil”. Los expertos coinciden en que los padres deben saber por qué dan el teléfono, qué uso va a tener.

En ese enfoque preventivo coincide también Marimon. “Cuando llegue el momento de introducir las pantallas, tendrá que plantearse cómo se gestionarán”. Eso sí, en ningún caso quieren imponer normas a las familias, sino hacer recomendaciones: “Sabemos que cada padre tiene su propio criterio, nuestro trabajo es poner a disposición las informaciones más actualizadas de cómo funciona la exposición a las pantallas a determinadas edades”, añade.

Poner límites y comunicarse: las claves del éxito

“Cuando un niño te pide un teléfono móvil, no se lo das y te desentiendes. Es importante darles una alternativa de ocio para ocupar el tiempo libre de forma saludable”. Así lo hace Silvestre del Río con su propia familia y es el consejo que da a otros padres. «Todo el tiempo que invierten en hacer deporte o actividades no están pendientes del teléfono», dice. Según el policía, las pocas familias que inicialmente resisten y no dan dispositivos a edades tempranas «caen porque los niños pasan mucho tiempo en casa» y es difícil controlar.

«En este camino lo más importante es acompañarlos», añade. Así, los expertos optan por una aproximación entre generaciones, y hablar de las aplicaciones y redes sociales que utilizan los menores y de los youtubers que les gustan. Además, “habría que hacer una revisión del teléfono y del uso que están haciendo, incluso en las edades de inicio. A partir de ahí, comunicación. Explicarles el porqué de las cosas”, dice del Río.

Marimon está de acuerdo con este punto y explica que hay edades en las que sería conveniente revisar junto a sus hijos las publicaciones que quieren colgar, “para poder razonar y reflexionar qué es lo que quieren comunicar”. Por otra parte, se puede detectar que existe un problema cuando se retira el dispositivo. En este momento, «si el adolescente cambia de comportamiento y se vuelve más irritable» es señal de que el comportamiento es adictivo. Desde Projecte Home lo corroboran: “Las familias detectan aislamiento extremo y conductas agresivas y desproporcionadas cuando existe un límite al uso de pantallas”.

Ya en 2020 el estudio «Los adolescentes y las pantallas adictivas en las Islas Baleares» (Anuario de la educación de las Islas Baleares) apuntaba que en torno a un 20 % de adolescentes estaban conectados ocho horas diarias, una cifra que puede llegar a ser preocupante. Eso sí, según Projecte Home las horas de pantalla no son indicadoras de una patología por sí solas. “No sólo debemos quedarnos con las horas de exposición, sino con el comportamiento, cuando dejan de realizar actividades al aire libre o con los amigos”, alerta López.

Llegamos tarde? Los expertos opinan

«Me gusta pensar que no», dice Del Río, pero haber esperado tanto a reaccionar hace que «sea difícil de regular», añade. El problema es muy evidente y se ha agrandado, «ahora nadie quitará los móviles a los menores de entre 10 y 14 años que ya hace dos o tres años que lo usan», dice. Intentaremos corregir lo posible, que los menores de 8 o 9 años no tengan móvil y que cuando los tengan no lo utilicen 4 horas y media cada día, que es la media en Baleares.

Desde Projecte Home aseguran que “no llegamos tarde, tenemos margen de maniobra. Existe conciencia social por parte de profesores, familias y profesionales respecto a que hay que hacer algo. Debemos perder el miedo a controlar y poner límites, pero es mucho trabajo para los padres. No por retrasar el momento de dar el móvil hasta 16 años lo tenemos todo hecho. Mientras, debemos escuchar a los menores y hacer un seguimiento”, concluye López.

Antes de dar el teléfono por primera vez, redactar con los hijos un contrato de normas de uso y las consecuencias de incumplirlas.

Dar ejemplo del buen uso de pantallas.

Especificar las horas y aplicaciones que se pueden utilizar.

Dar diferentes alternativas de esparcimiento y establecer hábitos saludables.

Tener una estación de carga en zonas comunes.

Limitar el uso del teléfono en la mesa, a la hora de comer y cenar.

Evitar tener el teléfono en la habitación y usarlo durante la noche, ya que esto afecta a las horas de descanso y al rendimiento escolar y favorece la adicción.

Entre los 14-16 años reflexionar con los hijos porqué usan los dispositivos y qué quieren expresar con sus publicaciones.

Consultar a profesionales en caso de dudas o de conductas de riesgo respecto al abuso de pantallas.